lunes, 16 de julio de 2012

¡No comas del Karate!




El maestro fundador del Goju Ryu, sensei Miyagi Chojun siempre decía que no se debía comer del Karate. ¿A qué se refería con esto?

 Mi interpretación es la siguiente:

Sensei Miyagi recomendaba no depender del Karate, o al menos no en lo que a la economía se refiere. Por lo visto, ya entonces existía el marketing en las artes marciales. Sensei Funakoshi Gichin contó una vez que, en sus primeros años de enseñar Karate en Japón:
En aquella época, como los editores añadían eslóganes como "Derrota adversarios con éxito y protégete con tus propias manos" y "Evita todo tipo de enfermedades y disfruta juventud y longevidad perpetua" a las introducciones de Karate, también hubo muchas ocasiones en las que la gente venía a mí diciendo cosas ridículas.

Viendo esto, podríamos intuir la entonces emergente comercialización del Karate en Japón, pero también –volviendo a la cita de sensei Miyagi-, que ya existían casos de instructores que comían del Karate.

Por ello supongo que el fundador del estilo Goju de Karate decidió formular su opinión al respecto:

“No comas del Karate”. Si mantienes el Karate como una vocación no habrá nada que lo influya, excepto tus propios intereses como practicante.
Si en cambio, conviertes tu práctica en tu negocio, esta se verá afectada por los entresijos de este ámbito. El practicante se convierte en instructor-negociante que precisa de clientes-estudiantes para subsistir. Y la conservación de estos clientes toma un matiz de mayor importancia que la práctica misma.

¿Qué propone entonces sensei Miyagi?

Ante todo hay que tener algo en cuenta: el Karate es una ciencia que se desarrolla durante toda la vida. Por lo tanto, somos ante todo practicantes (shoshin o wasurezu).
Partiendo de esta máxima, ¿qué gana un practicante más avanzado con enseñar a otro menos avanzado? Pensarlo un momento. [El dinero no vale] Poco, ¿no? Si no practica con nadie más, le vendrá bien un compañero con quien hacer trabajos por parejas, pero nada más.

Toda la gente dice que en Okinawa las clases son muy diferentes, algo así como: lentas y poco eficientes.
Mucha gente no acostumbrada a esta manera de trabajar, se impacienta y no dura más que unas pocas clases. [Eso dicen, yo nunca he estado en una]

Por lo visto, muchos instructores okinawenses no cobran por sus clases (como mucho cobran lo necesario para mantener a los uchideshi o para pagar el alquiler del dojo o el material de entrenamiento). Ahí radica la cuestión. No comen del Karate. Son ante todo practicantes que deciden hacer partícipes de su práctica a otros individuos por razones únicamente personales (de ahí la conocida dificultad de ser aceptado como alumno).
¿De que otra manera podrían seguir enseñando a practicantes por siempre? Si como instructor-practicante, no te actualizas (estudias, mejoras, aprendes) cada día, al final no habrá nada más que puedas enseñarles a tus alumnos.

Karatekas que se deben a su práctica y a nada ni nadie más.

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